Propósito de la conciencia
Al desarrollar nuestro propio autoconocimiento a través de la práctica de la conciencia plena o Mindfulness, produce una progresiva desindentificación con respecto a nuestro propio patrón de pensamiento, rompe la manera de actuar en modo de “piloto automático”, regula las emociones, fomenta la flexibilidad cognitiva y genera un repertorio conductual más adaptativo. Y a través de la observación no reactiva, sin juicio y afectuosa, nos damos cuenta, nos percatamos, de lo que “estamos pensando”, de lo que “estamos sintiendo” y de lo que “estamos haciendo”, es decir, tomamos CONCIENCIA de nuestro propio comportamiento.
Y de este modo, nos diferenciamos del proceso del “pensar, del “sentir” y del “hacer mismo, y comenzamos a desarrollar una parte de nosotros, que no es pensamiento, que no es sentimiento, que no es acción, sino que es una habilidad, una capacidad, una destreza, en definitiva, nuestra propia conciencia.
La CONCIENCIA es libertad. El desarrollo de nuestra propia conciencia supone un espacio desde el que observar, un lugar seguro desde el que podemos actuar de forma más adaptativa, con mayor autocontrol, sabiduría y equilibrio. Nuestra propia conciencia constituye nuestro pilar fundamental, conforma nuestro referente primordial, representa nuestra columna vertebral. Nuestra conciencia construye el camino para avanzar y liberarnos de los condicionamientos generadores de nuestro propio sufrimiento. El desarrollo de nuestra conciencia supone el requisito indispensable para crecer interiormente, esclarecer nuestros valores personales, desarrollar buenos sentimientos y vivir una vida más saludable, plena y satisfactoria.